Bajo el contexto presentado en Imagen Mental Subjetiva, se puede decir que el imaginario social es el que
parte de la individualidad de cada persona, pero que no se quedará sólo en ellas,
sino que será compartida entre muchos. De la misma manera que la semiótica
explica que los signos son creados en convención, es decir por acuerdo o
convenio entre varias personas miembros de una sociedad y/o cultura, el
imaginario social vendría a ser una convención en imágenes, ideas, pensamientos
con el fin de perseguir un mismo objetivo, un mismo sueño o simplemente de
poder comunicarse de manera fácil.
Así, ejemplifica Sartre que “El cubo es un conocimiento: no puedo tener
la intuición simultánea de los seis lados. Sin embargo, cuando miro ese trozo de
madera tallada, es realmente un cubo lo que estoy observando”, cómo no
pensar entonces que el resto del cubo se encontraba en la imaginación, misma
que fue dada porque sabemos, por convencionalidad y experiencia, que un cubo
tiene seis lados. Entonces Sartre concluye que toda conciencia de imagen
originada a partir de un dibujo está, por tanto, edificada sobre una posición
real de existencia que la precede y la motiva en el terreno de la percepción.
En relación con esta afirmación, se
puede encontrar a la “imagen colectiva” que propone Javier Uriz en “La
subjetividad de la organización”. El autor dice que los miembros que adoptan
una imagen colectiva forman un grupo, un nosotros planteándose objetivos de
existencia comunes. De ese modo, éstos que por sí mismos y a partir de su
imagen individual establecen con la organización, una relación centrada
exclusivamente en sus necesidades de subsistencia.
Fuentes:
URIZ, Javier, La subjetividad de la organización, Siglo XXI editores, México.



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